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#StoryTime: Nuestro Viaje a Perú.

  • Foto del escritor: Love, Ani.
    Love, Ani.
  • 8 mar 2019
  • 4 Min. de lectura

Como siempre digo, las cosas que menos se planean son las mejores.


Jair y yo teníamos aaaaños queriendo hacer un viaje fuera de México juntos. Sin embargo, el trabajo, los compromisos y las situaciones económicas, no nos habían permitido realizarlo. Le dábamos mil vueltas.


Unos días antes de Navidad del 2015, fuimos a hacer nuestras compras navideñas, y andabamos bien felices recorriending Liverpool cuando de pronto "El Corte Inglés" nos llamó la atención por aquello de los meses sin intereses.


Nos acercamos y preguntamos "¿Ustedes nos pueden recomendar algún viaje a Perú?" Ya antes habíamos pensado que Perú sería un buen destino viajero. Y cuando nos dimos cuenta, ya teníamos vuelos de 17 de junio al 7 de julio, (sí, más de 20 días), para irnos a Perú.


Cuando nos dimos cuenta fue como de ops!, bueno pues ahora a planear el viaje, y Jair, es como una agencia de viajes viviente (gracias a Dios), e hizo todo un itinerario de viaje para nuestra estancia.


Llegamos a Lima, que es enorme y hermosa, es como una CDMX pero con vista al mar. Comimos y comimos y comimos. Probamos algunos platillos típicos del Perú, como el Lomo Saltado, Ceviche Peruano y Alpaca. Sí... hasta yo me odié despues de probar la alpaca, porque aunque es deliciosa, sentí un poco horrible comérmela después de haber convivido con algunas. En mi defensa, también comen cuyos y esos no los probé.




Pero bueno, el caso es que estuvimos en Lima unos días, y de ahí partimos hacia El Desierto de Ica, donde quedamos encantados al ver la maravilla del desierto. Los paisajes únicos, y nuestro hotel justamente a la orilla de un Oasis. En Ica, la pasamos increíble, hicimos SandBoard, nos subimos a los Boogie Car, y vimos el atardecer en lo alto de una montaña de arena.





Continuamos la aventura hacia Paracas, un puerto en la costa del sur de Perú, donde una de las principales atracciones es el recorrido por las Islas Ballestas, donde puedes ver de cerquita a los pingüinos y convivir con la naturaleza. Sin embargo, por cuestiones de clima nos fue imposible zarpar, y nos fuimos a conocer la Reserva Nacional de Paracas. Vimos pelícanos, Flamingos, tortugas y leones marinos.





El Hotel donde nos hospedamos es lo máximo. Aquí les dejo el link: https://www.inti-mar.com/es/

Está a la orilla del Mar, que ya por si sólo es hermoso, y literalmente te invita a intimar con tu compañero de viaje, con las personas que te atienden, con el lugar, con la comida. Es simplemente maravilloso.

El restaurante es más que delicioso y la atención única. Aunque su nombre proviene de Inti- Dios del Sol de los Incas.


Y ahí empezó la aventura. Volvimos a Lima para volar hacia Cusco que es una de las ciudades Incas con mayor historia. Después de un pequeño tour por el Valle Sagrado de los Incas, comenzamos la que sería la aventura de nuestras vidas. El Camino Salkantay.


Caminamos durante 5 dias, subiendo en una de las montañas más altas, enterrando las botas en la nieve, durmiendo en refugios, comiendo diario sopa de papa y porciones diminutas. Bajamos por caminos de piedra, con los tobillos deshechos, sin bañarnos, bueno, yo me daba baños en seco con toallitas húmedas de bebé, pero las españolas y francesas se bañaban a la intemperie con agua helada en la montaña... O sea... yo simplemente con mis toallitas húmedas jajaja.




Subimos más de 4,600 mts. sobre el nivel del mar. Dibuje mi nombre en la nieve. Y el sacrificio tuvo su recompensa. Llegamos a un pueblito llamado Aguas Calientes. Justo antes de salir a Machu Picchu, donde una cama individual, de hostal me supo a gloria después de haber dormido congelándonos en sleeping bag. Y era el último punto antes de partir en autobús a la maravilla, el tan esperado y místico: Machu Picchu.

Salimos a las 5 de la mañana con un mate de coca (té de plantita de coca), para el frío y la altura (que por cierto nunca me pegó poque compre dulces de coca en el aeropuerto y me comí todos antes de llegar a Cusco). Nos fuimos en un autobús que nos dejaría justo en la entrada.



Vean la fotaza que Jair Garciaferro nos regala.


Desde que entras, desde que te sellan el pasaporte con el sello de Machu Picchu, sientes la emoción de estar parado frente a una de las maravillas del mundo. Es inexplicable la sensación de quietud, de paz, de misticismo que envuelven la atmósfera de esta ciudadela inca. Es impresionante la manera en la que está construída, los enormes bloques de piedra cuya construcción sigue siendo un misterio. Yo estaba fascinada. Podría haber estado ahí todo el día. Las vistas panorámicas, los "edificios" que de alguna manera están coordinados con las alineaciones astronómicas, te dejan sin respiración.


Terminamos el recorrido y volvimos a Aguas Calientes, para después tomar de nuevo regreso a Cusco y de ahí volar de vuelta a Lima.





Desperté para mi cumpleaños 28 en un Hotel Boutique en Lima que está de más decir que es precioso. Comimos en un restaurante delicioso y se nos estaban agotando los días en Perú. Fuimos a la casa de #MarioTestino y vimos toda su exposición de fotos. Jair, maravillado.




Cuando volvíamos en el vuelo a México, yo no dejaba de pensar en la manera espontánea en la que se nos permitió llevar a cabo ese viaje. Estaba agradecida con Dios y con la vida. Fue mágico, fue único y jamás me cansaré de contarlo. Recordar es volver a vivir, y Perú lo podría revivir un millón de veces más,


Si están planeando viajar a Perú, ¡No lo duden más y háganlo!



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